El concepto industria 4.0 hace referencia a la cuarta generación de avances industriales. A finales del siglo XVIII apareció el primer telar con la ayuda de vapor de agua, a principios del siglo XIX se pone en marcha la primera línea de producción con energía eléctrica y en los años 70 comienzan a aparecer los primeros equipos en planta conectados por PLC.
La nueva era digital posibilitará una cuarta revolución que culminará en 2020 con la factoría inteligente; por un lado se originará el efecto escalabilidad infinita donde el coste marginal de cada nueva unidad de producción será cero y, por otro, permitirá que el 99% de las decisiones serán tomadas por los dispositivos que se autogestionarán. Las cuatro revoluciones tienen como denominador común la reducción de costes, la mejora en la productividad y la eficiencia energética, sin embargo, la que vivimos en estos días tendrá unos resultados exponenciales en relación con las anteriores y tiempos de implantación significativamente más cortos.
Los países con tradición manufacturera como Suiza, Alemania o EEUU están impulsando a través de sus instituciones gubernamentales proyectos de estrategia logística y digitalización de las factorías con el objetivo de ser más competitivos en los mercados internacionales. En España, el grado de adopción es muy embrionario pero se estima que crezca significativamente en el periodo 2015 - 2020. El ministerio de Industria, Energía y Turismo lanzó en julio de 2015 la iniciativa INDUSTRIA CONECTADA 4.0.
El internet de las cosas, la automatización de la demanda, la secuenciación de la producción, cloud Factory, tecnología RFID o big data, son algunas de las herramientas que ayudarán a digitalizar las operaciones de las compañias. Las posibilidades que surgen de cruzar la tecnología con las problemáticas de negocio da un resultado infinito de combinaciones, por lo que será clave la capacidad de innovar y construir soluciones de valor añadido para poder obtener mejoras de negocio reales cuyo resultado sea en última instancia niveles más óptimos de inventario, reducción en los tiempos de entrega o una mayor adecuación de los productos a las necesidades del cliente.
Este contexto deja oportunidades y retos en Europa. En un lado de la balanza, se espera una relocalización o vuelta a los países continentales de procesos de fabricación que se deslocalizaron a países con costes salariales más bajos al tener este componente un menor peso en los costes de producción. En el otro, se estima una brecha importante en el nivel de cualificación requerido en la industria inteligente. Según una encuesta reciente, solamente el 4% de las compañías Suizas considera que tiene el talento necesario para abordar esta transformación.
Desde Neteris apostamos por un país industrializado de alto valor añadido y ayudamos a nuestros clientes a dar un paso más hacia la fábrica inteligente.
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